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Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen "Jerez-Xérès-Sherry" - "Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda" - "Vinagre de Jerez" |
Desde 1772, año en el que Tomas Osborne Mann fundó Osborne en El Puerto de Santa María, sus conocimientos y habilidades para la elaboración de brandis han sido transmitidos y afinados celosamente a través de los años.
De aquellos tiempos procede uno de los pilares de esta incomparable herencia, nuestras bodegas, edificios monumentales centenarios situados en un enclave único que reciben el nombre de catedrales por la altura, arquería y disposición de sus naves.
Todo este legado es sin duda nuestra mayor riqueza.
La historia de Carlos I se remonta a 1889 cuando en la ciudad de Jerez, un maestro bodeguero encontró en un rincón de su bodega unas misteriosas barricas.
Ni el maestro ni nadie supieron nunca de dónde provenían, pero al instante se dio cuenta de que contenían el brandy más exquisito que había probado jamás. Lo llamó Carlos I porque en su sabor percibió el destino de un gran conquistador.
Carlos I es hijo de un legado de tradición artesana y sabiduría. El resultado es un brandy sutil, carismático y de características complejas, capaz de evocar múltiples sensaciones. Un brandy inconfundible.
Su elaboración comienza con una cuidada selección de los mejores vinos de uva Airén destilados a través del método artesanal de alquitaras de proveniencia árabe. Su añejamiento se realiza en botas de roble americano que antes contuvieron los más selectos vinos de Jerez, amontillados y olorosos. A través del sistema de Criaderas y Solera, los destilados más jóvenes se mezclan con otros más añejos, un sistema dinámico que favorece la evolución y asociación de aromas, revelando así un brandy extraordinario de calidad inigualable.
A la vista presenta un color ámbar profundo con toques dorados.
En nariz es intensamente aromático con notas a vainilla y cacao.
En boca es persistente, equilibrado y complejo.
Sírvase directamente en vaso bajo, una o dos rocas de hielo, añadir unas gotas de angostura encima del hielo y macerar la piel de naranja con ayuda de una cuchara imperial. Los aromas de la angostura potencian las notas de madera del brandy y la naranja marida perfectamente con los sabores de vainilla y cacao.